lunes, 2 de noviembre de 2009

Otra prueba de que Israel sí es una democracia (I).

El Estado de Israel es el hogar nacional del pueblo judío, sobre el que pesan acusaciones de segregación al estilo del Apartheid sudafricano o del nacionalsocialismo del Tercer Reich. Se reivindica que se perpetra una discriminación contra los árabes de Israel y de los territorios ocupados, y que los judíos que participan de esa discriminación no son objeto de la debida respuesta de las autoridades de un Estado al que se supone democrático. Consecuentemente, y según aquellos que manejan estas ideas, Israel no es una democracia.
Pues bien, aquí nos encontramos con otra prueba de que no es así: Yaakov Teitel, judío nacido en los EE.UU. y emigrado a un asentamiento israelí del norte de Cisjordania, ha sido detenido por las fuerzas de seguridad hebreas por su presunta participación en crímenes por odio. Más específicamente, se le acusa de: haber enviado un paquete bomba a un hogar de judíos mesiánicos que dejó herido de gravedad a un menor; haber agredido a agentes de policía que formaban parte de un dispositivo de seguridad con motivo de la marcha del orgullo gay en Jerusalén; haber atacado la sede de la Asociación de Homosexuales y Lesbianas de Tel Aviv, provocando dos víctimas mortales; haber atacado a ciudadanos palestinos en respuesta a atentados terroristas; y tenencia de armas y explosivos.
Como se puede ver, para las autoridades del moderno Estado de Israel, ser judío no es excusa para cometer crímenes por odio contra ciudadanos palestinos, judíos mesiánicos y homosexuales. Aquí (punto 5) ya enlacé noticias relativas a ocho casos de condenas a soldados israelíes por violaciones de los derechos humanos. Queda claro, pues, que Israel poco o nada tiene que ver con la Sudáfrica del Apartheid o con el nazismo.