Jean-Claude Fernand Willem, siendo alcalde del municipio francés de Seclin, llamó al boicot de los productos israelíes en su municipio. La comunidad judía del lugar interpuso una demanda que sirvió para que la fiscalía lo acusara de provocar a la discriminación fundada en razones de nacionalidad, raza o religión. Inicialmente fue absuelto, pero un recurso se saldó con una sentencia en su contra consistente en el pago de una multa de 1.000 €. El político recurrió infructuosamente, y el asunto llegó al Tribunal Europeo de Derechos Humanos del Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo, urbe ubicada en el histórico territorio de Alsacia-Lorena (hoy en Francia).
Willem siempre dijo que se vulneró su derecho a expresarse libremente. Pero, tal y como había establecido la justicia gala, y de acuerdo esta vez con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos del Consejo de Europa por 6 votos contra 1, Willem cometió en efecto un acto punible. La libertad de expresión es un derecho que, como cualquier otro, presenta algunas limitaciones. Willem no fue condenado ni mucho menos por sus ideas políticas, sino por intentar ejercer un claro acto de discriminación basado en el origen nacional de la parte ofendida. El Tribunal del areópago transnacional europeo estableció además que el decreto de un embargo de este calibre correspondería en todo caso a las autoridades gubernamentales francesas, siendo él un simple alcalde que poco o nada tiene que decir al respecto, y que la sentencia aplicada contra él (1.000 € de multa) se había quedado corta.
Huelga decir que la incitación a la discriminación por razones de nacionalidad constituye un delito también en España, de acuerdo con el Código Penal, Libro II, Título XXI, Capítulo IV, Sección Primera, artículo 510, apartado 1.
Pero vayamos más allá de la afortunada y, dicho sea de paso, desapercibida (al menos aquí en España) sentencia del Tribunal arriba referida y enlazada. Imaginemos por un momento qué conseguiríamos en el caso de haber aplicado en la práctica un boicot total a nivel internacional contra los productos israelíes desde que la nación judía se erigió en un Estado pretendidamente usurpador.
Esta es una lista de productos o partes de productos creados, inventados o fabricados en Israel o por ciudadanos israelíes, o derivados de ideas provenientes de este país, materializadas en el Estado judío y exportadas a o copiadas en terceros países, o ideas e invenciones de ciudadanos israelíes o financiadas por ciudadanos israelíes en cualquier parte del mundo, de los que hubiésemos carecido y hoy careceríamos en España y otros lugares del Globo en caso de sacar o haber sacado adelante el tan cacareado boicot, y que son indispensables en la vida cotidiana en diversos campos:
1.- Microprocesadores y microchips de la marca Intel.
2.- Sistemas operativos Windows NT, Windows XP y Windows Vista.
3.- La última versión de Microsoft Office.
4.- Sistemas de protección antivirus de equipos informáticos.
5.- Teléfonos móviles y chips para cámaras de teléfonos móviles.
6.- Voicemail, ICQ y otros sistemas de mensajería instantánea.
7.- Los modernos sistemas de irrigación por goteo.
8.- Coches híbridos o que funcionan con energía eléctrica, y paneles solares.
9.- Sistemas de descontaminación de piscifactorías.
10.- Sistemas de alerta en caso de tsunami.
11.- Gran variedad de modelos de armas, sistemas de armas y demás tipos de equipamiento militar.
12.- Sistema informático de prescripción correcta, eficaz y segura de medicamentos.
13.- Cápsula endoscópica PillCam y similares, para la exploración del tracto digestivo.
14.- Sistema Babysense II, que detecta precozmente casos potenciales de muerte súbita infantil.
15.- El Copaxone, medicamento para el tratamiento de las recaídas en pacientes de esclerosis múltiple.
16.- Rasagiline, para el tratamiento del Parkinson.
17.- Venlafaxine, ansiolítico y antidepresivo.
18.- Salbutamol, para el tratamiento del asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
19.- T-Scan 2000ED, aparato de detección precoz del cáncer de mama, no invasivo y libre de la emisión de radiación.
20.- Ayuda humanitaria israelí en escenarios como Kosovo, Etiopía, Nueva Orleans y otros muchos, que han padecido guerras, desastres naturales y hambrunas.
21.- Cualquier diamante sometido al proceso Kimberley, el cual garantiza que el diamante en cuestión no procede de países en conflicto, y que fue ratificado por Israel.
22.- Etc.
Resumiendo: sistemas informáticos y de comunicación, tecnología preventiva de desastres naturales, ayuda humanitaria, medicamentos, sistemas de irrigación, aparatos de detección de cáncer de mama, aparatos de prevención de muerte súbita infantil,... El boicot antiisraelí global nos haría prescindir de todo eso y más. No en vano, Israel es uno de los países que más invierte en investigación, desarrollo e innovación, uno de los que cuenta con una mayor proporción de titulados universitarios per capita en el campo de las ciencias y las tecnologías, así como uno de los que cada año presenta al mercado un mayor número de patentes. Muchos de los productos e inventos israelíes o diseñados por israelíes han salvado, salvan y salvarán ingentes cantidades de vidas humanas. Y hay gente que quiere boicotear a este país, que quiere cargarse todo eso. Y entretanto, toda esa gente se olvida de conflictos mucho más importantes que el israelo-palestino en tanto que generan muchas más pérdidas humanas, y sin embargo, esa masa vociferante no llama al boicot internacional de los productos provenientes de los países implicados en ellos.
Para citar al árabe Sari Nusseibeh, activista por la paz, profesor de filosofía y Presidente de la Universidad de al-Quds:
"Nuestra posición está basada en la creencia de que es a través de la cooperación basada en el respeto mutuo, más que a través de boicots y discriminación, que nuestras metas comunes pueden ser alcanzadas."