viernes, 19 de febrero de 2010

Algo huele a podrido en... Suecia (I).

Y de la bella y fría Noruega pasamos a la bella y fría Suecia.
A finales de verano de 2007, Lennart Eriksson, trabajador de la Migrationsverket (Junta de Inmigración) sueca, retornó a su puesto de trabajo tras haber pasado un año sabático. Su nuevo supervisor, Eugene Palmer, le comunicó entonces que se le otorgaría un rango inferior con un sueldo más bajo en el seno de la Junta. ¿El motivo? Administrar un blog personal en el que defendía a Israel, entre otras ideas.
Eriksson interpuso un pleito. En octubre de 2008, durante la correspondiente vista, el representante legal de la Junta, Staffan Opitz, llegó a decir que Hamas, una organización terrorista, debería ser considerado un movimiento de liberación. Asimismo, dijo de Sheikh Ahmed Ismail Hassan Yassin, antiguo líder de la citada organización, que fue un luchador palestino por la libertad. Semejantes pantomimas confirmaron la motivación política de Palmer a la hora de hacerle la jugada a Eriksson y derivaron en una fuerte polémica, con declaraciones de políticos suecos incluidas.
Eriksson pidió ser restituido en su antiguo puesto, así como 100.000 kronor (coronas) suecas como indemnización por los daños causados. Y en noviembre de 2008, esas 100.000 kronor, junto con los gastos que conllevaron la defensa de su caso, así como su antigua posición en la Junta, le fueron concedidas. El tribunal dejó a un lado el tema de la libertad de expresión y se centró exclusivamente en la cuestión laboral, afirmando en su sentencia que el descenso de Eriksson en el escalafón de la Junta era equivalente a un despido sin causa justificada.
Pero la cosa no acabó ahí. Y es que en lugar de seguir la decisión del tribunal (que estudió recurrir), la Migrationsverket decidió en diciembre de 2008 saltársela a la torera pagándole a Eriksson la friolera de 1.203.200 kronor (suma equivalente a 32 meses de salario), pero a costa no sólo de devolverle su antiguo puesto, sino de dejarle trabajar siquiera. La Junta afirmó que ello entraba en consonancia con la legislación laboral sueca y dio así el asunto por zanjado. La respuesta de Eriksson consistió en no aceptar lo que él mismo denominó en su blog como el "dinero de Judas".
En septiembre de 2009, el defensor parlamentario del pueblo sueco calificó la jugada de la Junta como un acto vulnerador de la legislación básica sueca sobre libertad de expresión. Asimismo, urgió a ambas partes a llegar a un acuerdo basado en la ley, que se concretó en diciembre de 2009: Eriksson consiguió volver a su puesto y recibió una compensación adicional. Asimismo, las costas judiciales fueron pagadas por la Migrationsverket.
Y esta es la historia de cómo los contribuyentes suecos se han desembolsado ingentes cantidades de dinero debido al intento de un funcionario y la dirección del organismo público para el que trabajaba de coartar la libertad de expresión de otro funcionario del mismo organismo. ¿Su crimen? Entre otras ideas, su defensa de Israel. Y para más inri, si bien Palmer fue expulsado de su puesto, sigue recibiendo un sueldo de la Junta de Inmigración, que formalmente aún lo tiene en nómina.
Pero esto no es ni de lejos lo peor que pasa en la, en otros muchos aspectos, exitosa Suecia, en relación al tema de los judíos e Israel. Próximamente entraré en detalles acerca de una situación, la de los judíos de Malmö, mucho más oscura y escabrosa.

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